static-aside-menu-toggler

Seleccione su idioma

Este año también

¿Cuál debería ser nuestra reacción frente al sufrimiento de otros y a las noticias sobre catástrofes? ¿No deberíamos abandonar nuestra adicción a leer noticias negativas en Internet y seguir a Cristo hacia una verdad más profunda?

Cada generación cuenta con al menos un evento icónico de gran repercusión. Algunos citan el asesinato del presidente estadounidense John F. Kennedy, mientras que los mayores recuerdan el bombardeo de Pearl Harbor. Otros podrían mencionar la caída del Muro de Berlín y el fin de la oligarquía comunista en Europa; y para muchos, el énfasis está puesto en los ataques del 11 de septiembre de 2001. Sin ninguna duda, la generación actual recordará la pandemia del coronavirus. Aunque la sensación de esos eventos conserva el mismo énfasis, la sofisticación tecnológica de estas primicias de noticias tiende a mostrar un incremento de intensidad y fervor.

Algo similar parece haber ocurrido en los días de Jesús. Lucas 13:1-5 registra dos eventos presentes en las “actualizaciones de noticias” de todos. En primer lugar, la cuestión geopolítica y religiosa en la que algunos del gobierno romano imperante bajo Pilato masacraron a varios civiles nacionalistas de Galilea durante su visita al templo. Una de las partes abogaba por la ley y el orden, mientras que la otra presionaba por igualdad y justicia. Esto podría haber salido fácilmente en los titulares del día. El segundo fue una calamidad natural cuando cayó la torre de Siloé, lo que produjo 18 muertes. Ya sea en edificios de apartamentos, rascacielos, terremotos o tsunamis, las catástrofes naturales o causadas por el ser humano aún dejan tras de sí resultados desastrosos.

¿Qué significan esos eventos? Lo que es más, ¿cómo reaccionaría Jesús a las noticias actuales? Respecto de ambos incidentes, Jesús preguntó si las víctimas eran peores pecadoras que los sobrevivientes. En una aplicación moderna, ¿eran los sobrevivientes del 11 de septiembre de 2001 más justos que los que perdieron la vida en las Torres Gemelas? ¿Eran las personas que fallecieron por el COVID-19 peores pecadores que el resto de nosotros?

En resumen, la respuesta de Jesús se refirió a la tentación de pensar siguiendo una modalidad “pagana”. ¿Cuántas veces te has sentido tentado a pensar que las cosas malas le pasan solamente a los malos? El corolario de esto es pensar que las cosas buenas solo le suceden a las personas buenas.

En el mundo desarrollado, algunos poseen una mentalidad que sostiene que Dios los está bendiciendo como resultado de sus propios méritos. El mundo en desarrollo, tiene que haber pecado o posee una falla innata que los mantiene al margen de las bendiciones de Dios. Puede que te creas demasiado sofisticado para pensar así pero, ¿cuántas veces has tenido esa reacción instantánea de pensar que Dios causa el sufrimiento como resultado del pecado? Sí, hay repercusiones obvias del pecado y las decisiones erróneas pero, ¿qué decir de incidentes sin conexión aparente?

Este tipo de pensamiento se produjo también en los tiempos bíblicos. Cuando murió su hijo, la viuda de 1o Reyes 17:18 acusó a Dios de recordar sus pecados y castigarla por ellos. Esas suposiciones se basan en el pensamiento pagano de que los dioses están enojados, son crueles y necesitan ser aplacados. Sin embargo, Mateo 5:45 dice que Dios “hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos”.*

¿Cuál debería ser entonces nuestra reacción frente al sufrimiento de otros y a las noticias de catástrofes? ¿No deberíamos abandonar nuestra adicción a leer noticias negativas en Internet y seguir a Cristo hacia una verdad más profunda? Notemos que Jesús pasó de analizar a los galileos que perdieron la vida y la catástrofe de Siloé a una parábola, y esa parábola no tiene un final. La implicación es que los lectores tienen que determinar el final. Lucas 13:6-9 tiene lugar en una viña donde hay una higuera. La pregunta es: ¿Por qué hay una higuera entre las vides?

Las higueras y las vides

Las higueras son conocidas por su productividad, dado que su fruto podía ser cosechado múltiples veces durante el año. El árbol era un símbolo de Israel, y la Biblia cita a las dos juntas (Joel 2:21-25; Mateo 21:18-22). Es conocido que Jesús maldijo una higuera que no tenía fruto (Marcos 11). La higuera también era conocida como “la fruta de los pobres”, que tenía suficientes vitaminas y nutrientes para sustentar a una persona durante un día.

Resulta interesante que el agricultor decide plantar una higuera en medio de un viñedo con un propósito. En la Biblia suele mencionarse juntos a los higos y los viñedos (Deuteronomio 8:8-10; Miqueas 4:4; 1o Reyes 4:25; Zacarías 3:10). Aunque se desconoce la relación agraria exacta, las dos podían beneficiarse mutuamente de alguna manera, ya sea como sombra para los viñedos, para impedir los depredadores (las aves comían los higos en lugar de las uvas), una potencial simbiosis nutricional, una complementariedad estética, o alguna mezcla de ellas. Sea cual fuere el caso, está claro que como higuera, Israel tenía una función y el propósito específico de ser una bendición en el viñedo de otras naciones. Sin embargo, en lugar de ser una bendición, el árbol extrajo todos los nutrientes y no produjo su propio fruto. Israel estaba recibiendo las bendiciones de Dios, pero no bendecía a las naciones que lo rodeaban, algo que Dios había querido que fuera su función original.

Lo mismo podría decirse hoy de la Iglesia: ya sea que hayamos estado recibiendo meramente las bendiciones de Dios, o si estamos devolviendo esas bendiciones a nuestras comunidades, instituciones y esferas de influencia. La Iglesia tiene un mensaje para las familias pero, ¿son nuestros matrimonios y familias una bendición para los que nos rodean? Tenemos hospitales, educadores de salud y nutricionistas pero, ¿estamos verdaderamente sanando los viñedos donde hemos sido plantados, o son ellos tan solo nuestros pacientes y clientes? Tenemos instituciones educativas, iglesias, centros comunitarios y centros de influencia pero, ¿nos encontramos en una relación simbiótica con ellos para la verdadera educación y la gloria de Dios, o estamos simplemente absorbiendo lo que queremos?

Si bien puede que el fruto no aparezca el primer año, en los años subsiguientes deberíamos ver alguna cosecha. La mención de tres años en al parábola nos lleva a preguntarnos: ¿Cómo has pasado los últimos tres años? ¿Tus últimos tres años de estudios, en especial durante la pandemia?

Cavar y abonar

En los versículos 7 al 9, la parábola continúa cuando, desalentado, el dueño ordena tirar abajo la higuera. En ese momento, el agricultor intercede pidiendo un año más de misericordia. Se prescriben dos tratamientos: cavar y abonar. Debido a que el suelo es duro y compacto, los nutrientes y el agua a veces no pueden penetrar el terreno para alcanzar las raíces. Por ello, es necesario cavar para abrir el terreno, permitiendo así que llegue el agua sin dañar la estructura de las raíces.

Tuve la oportunidad de visitar algunos de mis parientes en la zona rural de Corea del Sur, lejos de la electricidad, los caminos o las tiendas. Los observé usar todos los recursos que tenían. Como crecí en los Estados Unidos, estoy acostumbrado a las comodidades, como tener un inodoro. Pero allí, solo había un excusado con un compartimento inferior que podía retirarse para ser vaciado. Esas comunidades alejadas de la civilización tienen que usar absolutamente todo. En combinación con otros químicos y fertilizantes, el proceso de abonado era sumamente apestoso y desagradable. Pero llevado a cabo por manos habilidosas, la fertilización revivía las plantas moribundas y las mustias cosechas, más allá de su condición. Por más consternado que estaba por el proceso, no dejaba de asombrarme la pericia de esas personas.

¿Cómo trata Dios con personas que se rehúsan a vivir más allá de la satisfacción de sus propias necesidades? En lugar de un juicio inmediato, un Intercesor pide tiempo extra para producir el fruto o, simbólicamente, almas para el reino (Juan 15:16) y lograr el carácter de Jesús (Gálatas 5:22). Bajo las manos del Maestro Agricultor, se permite un régimen de experiencias, cavando en nuestros duros corazones y abonando con la gracia hedionda y olorosa. Son los componentes necesarios exactos para el crecimiento.

La canción de 2012 titulada Blessings (Bendiciones), de la cantante Laura Story, que ganó un Premio Grammy, contiene letras que ilustran la respuesta que necesitamos ante las pruebas y las tribulaciones de la vida. Cuando a su esposo le diagnosticaron un tumor cerebral, ella oró pidiendo “bendiciones”, pero recibió aparente silencio. Más tarde se dio cuenta de que la experiencia que atravesó fue una bendición en sí misma. Mediante esa experiencia recibió paz, sanación y un mayor deseo de cosas espirituales. ¡Eso sí que es cavar y abonar!

Gracia para soportar

Dios no siempre nos quita el sufrimiento sino que nos otorga la gracia y la fortaleza de soportar en medio del sufrimiento. Nos da la paciencia, la perseverancia y el carácter en medio del dolor. Bajo las manos del Maestro Agricultor, nuestros corazones se rejuvenecen gracias a su tarea de cavar y se tornan más resilientes a su tarea de abonar. Él nos provee los nutrientes y los recursos para un crecimiento verdadero de la vida espiritual. Esto es gracia. Esto es misericordia. También para este año.

Semejante título no busca mostrarnos que Dios es malvado. Por el contrario, Jesús dice en dos ocasiones: “Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3, 5). En otras palabras, Jesús buscó que sus oyentes –y nosotros– sin- tamos una conmoción que nos lleve a la reflexión y el arrepentimiento; que nos despierte del sueño egoísta del ebrio, para así pensar en nuestro verdadero propósito en esta Tierra. ¿Estamos produciendo fruto, almas y carácter para el reino?

Como lo expresa Lucas 13:9, “si da fruto, bien; y si no, la cortarás después”. Cualquier otro propósito es una pérdida de tiempo y resultará en que seamos tan solo otra estadística en las noticias. ¿Cómo responderás a esa pregunta abierta? ¿Permitirás que Cristo cave y abone “este año también”?

* A menos que se indique lo contrario, todas las referencias de la Escritura pertenecen a la versión Reina-Valera 95® © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Usada con autorización.

Justin Kim (Maestría en Ministerio Pastoral, Seminario Teológico Adventista en Míchigan, Estados Unidos). Es director asistente de Escuela Sabática y Ministerios Personales y editor de la Guía de Estudio de la Biblia para jóvenes inVerso en la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día en Silver Spring, Maryland, Estados Unidos. También dirige el programa de inVerso en Hope Channel (https://www.hopetv.org/watch/hope-channel/).

Citación Recomendada

Justin Kim, "Este año también ," Diálogo 34:2 (2022): 16-17

https://dialogue.adventist.org/es/3690/este-ano-tambien

Este año también https://www.advent7.org/images/articles/art-H46.jpg#joomlaImage://local-images/articles/art-H46.jpg?width=1200&height=800 ADVENT7